viernes, 2 de abril de 2010

Viernes Santo

        2 abril 2010

Mientras esperaba el momento de la oración de las Vísperas leyendo el testimonio de una señora, en la oscuridad de la noche he visto aparecer delante de mí a un joven. Se llama Judas, me ha dicho. Estaba agitado. Volvía de la Universidad. "Ni ayer, ni hoy he podido participar en la celebración de la semana santa. Los profesores nos han puesto dos exámenes en estos días". Y casi excusándose de la molestia que pudiera causarme el llegar tarde y sin avisar. "Quiero confesarme. Hace dos años que no me confieso y hoy, viernes santo, … no puedo continuar así".

Al final de la confesión, la palabra gracias ha salido de su boca al menos unas diez veces. "Merci, mon père…, merci mon père…".

Y yo me he dicho que no era para tanto… O quizás sí. Sentirse acogido y amado gratuitamente por Dios Padre. El rostro había cambiado, de la agitación y cierto nerviosismo a la sonrisa y serenidad.

Fijar los ojos en la cruz y en la persona crucificada –"Así se ama"-, no deja indiferente a quien se acerca con hambre y sed de eternidad.

En el momento de la adoración de la cruz, mientras la gente iba pasando delante de la cruz, me ha impresionado un joven discapacitado mental. Ha llegado, se ha arrodillado, y aunque estaba deteniendo la fila que había detrás de él, ahí estaba mirando al Señor crucificado. Ha sido necesaria la intervención del servicio del orden para que se levantase. "Así se ama". Eh sí. Se necesitan ojos nuevos para ver más allá de lo que se ve.

 

Fernando

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