viernes, 26 de diciembre de 2008

Feliz Navidad

Caminar con Jesús… en el Chad       24

 

 

Navidad 2008

"Os traigo una gran noticia que alegrará a mucha gente.

Esta noche ha nacido vuestro Salvador,

es Jesucristo, el Señor" (Lc 2,10-11)

Esta mañana ha amanecido con una niebla espesa de arenilla y polvo. Es el aire que viene del desierto, el harmattan. Desde hace unos días el viento soplaba con fuerza. Y aquí lo tenemos, como aquella estrella guiando a los sabios, indicándonos el nacimiento del Niño Dios.

Durante este tiempo del adviento me he preguntado en más de una ocasión: ¿y qué sentido tiene el nacimiento de Dios entre nosotros?, ¿qué es lo que nos aporta de valioso?.

Después de la Eucaristía matinal, fui con el grupo que se está preparando para recibir el sacramento de la confirmación. Me vino espontáneo el prólogo del evangelio de Juan. Y mi mirada se detuvo en el versículo que dice: "la luz vino a nuestro mundo, y el mundo no la ha reconocido. Pero a los que la han reconocido y acogido, Dios les ha dado la gracia de ser hijos de Dios".

Estaba comentando este pasaje, cuando Charles llegó. Me dijo que quería verme para hablar un rato. El Domingo había dejado encargado a Daniel de decirme que esta mañana quería venir a verme. Pero a Daniel se le olvidó de decírmelo. Yo estaba ocupado. Le dije de esperar a que terminase. He terminado con el grupo a las cuatro de la tarde. Y allí estaba Charles esperándome.

Ha compartido su experiencia de vida, desde la muerte de su padre cuando él era todavía un adolescente hasta hoy, en torno a los 45 años. Una vida dominada por el sufrimiento. Varias veces ha sido excluido de la familia. La soledad y el sinsentido le han conducido por sendas tortuosas.

Desde hace tiempo siente el deseo de poner su vida y la de su familia en las manos del Señor. Quiere que la presencia del Señor le ayude a encontrar "degeera, heppa, minda" (la justicia, la paz y el amor). Por ello pide nuestra presencia en su casa.

Hemos dialogado bastante. Y entre palabra  y palabra me ha venido al pensamiento que esta es la razón por la cual Dios ha puesto su morada entre nosotros.

Los ojos de Charles se quedaban fijos como buscando destellos de eternidad.

El nacimiento del Niño Dios puede ser descubierto por aquell@s que sienten que algo les falta en lo más profundo de ellos mismos.

Pues nada, FELIZ NAVIDAD A TOD@s y que el Niño Jesús nos aporte mucha fuerza interior para seguir caminando y construyendo sendas de eternidad.

Un abrazo

Fernando García Rodríguez

martes, 23 de diciembre de 2008

Feliz Navidad

Navidad 2008

"Os traigo una gran noticia que alegrará a mucha gente.

Esta noche ha nacido vuestro Salvador,

es Jesucristo, el Señor" (Lc 2,10-11)

 

Esta mañana ha amanecido con una niebla espesa de arenilla y polvo. Es el aire que viene del desierto, el harmattan. Desde hace unos días el viento soplaba con fuerza. Y aquí lo tenemos, como aquella estrella guiando a los sabios, indicándonos el nacimiento del Niño Dios.

Durante este tiempo del adviento me he preguntado en más de una ocasión: ¿y qué sentido tiene el nacimiento de Dios entre nosotros?, ¿qué es lo que nos aporta de valioso?.

Después de la Eucaristía matinal, fui con el grupo que se está preparando para recibir el sacramento de la confirmación. Me vino espontáneo el prólogo del evangelio de Juan. Y mi mirada se detuvo en el versículo que dice: "la luz vino a nuestro mundo, y el mundo no la ha reconocido. Pero a los que la han reconocido y acogido, Dios les ha dado la gracia de ser hijos de Dios".

Estaba comentando este pasaje, cuando Charles llegó. Me dijo que quería verme para hablar un rato. El Domingo había dejado encargado a Daniel de decirme que esta mañana quería venir a verme. Pero a Daniel se le olvidó de decírmelo. Yo estaba ocupado. Le dije de esperar a que terminase. He terminado con el grupo a las cuatro de la tarde. Y allí estaba Charles esperándome.

Ha compartido su experiencia de vida, desde la muerte de su padre cuando él era todavía un adolescente hasta hoy, en torno a los 45 años. Una vida dominada por el sufrimiento. Varias veces ha sido excluido de la familia. La soledad y el sinsentido le han conducido por sendas tortuosas.

Desde hace tiempo siente el deseo de poner su vida y la de su familia en las manos del Señor. Quiere que la presencia del Señor le ayude a encontrar "degeera, heppa, minda" (la justicia, la paz y el amor). Por ello pide nuestra presencia en su casa.

Hemos dialogado bastante. Y entre palabra  y palabra me ha venido al pensamiento que esta es la razón por la cual Dios ha puesto su morada entre nosotros.

Los ojos de Charles se quedaban fijos como buscando destellos de eternidad.

El nacimiento del Niño Dios puede ser descubierto por aquell@s que sienten que algo les falta en lo más profundo de ellos mismos.

 

Pues nada, FELIZ NAVIDAD A TOD@s y que el Niño Jesús nos aporte mucha fuerza interior para seguir caminado y construyendo sendas de eternidad.

 

 

Un abrazo

 

Fernando García Rodríguez