lunes, 19 de marzo de 2012

Nacer de nuevo

AL HILO DEL EVANGELIO (36)

Jn 3,14-21

El texto que nos ocupa está precedido de un diálogo entre Jesús y Nicodemo. Jesús le dice a Nicodemo que es necesario nacer de nuevo para ver el Reino de Dios. Nicodemo reflexiona y no logra comprenderlo: él es ya mayor, ¿cómo puede nacer de nuevo, entrar una segunda vez en el seno de su madre? ¡No es posible! Jesús le insiste por segunda vez: el que no nazca de agua y de Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios. A lo que Nicodemo le responde: ¿cómo puede ser eso? He aquí la contestación de Jesús.

En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo:

-- Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna.

El nuevo nacimiento del que habla Jesús es el de la vida eterna. Para “nacer de nuevo” es necesario creer en él. ¿Qué significa creer en él? Veo tres elementos. El primero, se trata ante todo de una adhesión de fondo, radical, fundamental: estoy contigo, Señor, soy de este bando y no del otro, quiero hacer tu voluntad. El segundo, es la unión de corazón: estoy unido a ti, Señor, te amo y quiero amarte por encima de todo. El tercero, es la colaboración estrecha, íntima: quiero vivir en ti, Señor, quiero trabajar contigo y con ningún otro.

Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna.

Es conmovedora esta gran verdad: Dios ha amado y sigue amando al mundo hasta el punto de ofrecerle lo más grande y valioso que tiene, su Hijo único. ¿Por qué lo hace? Para que cada ser humano pueda nacer de nuevo. El corazón de Dios no puede permanecer callado, indiferente cuando ve que la “niña de sus ojos” escoge otro camino.

Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por Él.

El lenguaje de Dios no es meter miedo, crear incertidumbre, desasosiego, nerviosismo, ruido infernal. Dios nos ama profundamente, nos quiere salvados.

El que cree en él no será condenado; el que no cree ya está condenado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios.

Dios no condena a nadie. El hombre se condena a sí mismo cuando elige vivir lejos de la luz divina. ¿Qué quiere decir la condenación?

El juicio consiste en esto: que la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron la tiniebla a la luz, porque sus obras eran malas.

Cuando se elige conscientemente el camino del mal y se permanece en él. En la práctica, se está contra Dios, se trabaja contra Él.

Pues todo el que obra perversamente detesta la luz y no se acerca a la luz, para no verse acusado por sus obras. En cambio, el que realiza la verdad se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios.

Fraternalmente.

Fernando

 

lunes, 12 de marzo de 2012

El templo de Dios

AL HILO DEL EVANGELIO (35)

Jn 2,13.25

Se acercaba la Pascua de los judíos y Jesús subió a Jerusalén. Y encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas sentados; y, haciendo un azote de cordeles, los echó a todos del templo, ovejas y bueyes; y a los cambistas les esparció las monedas y les volcó las mesas; y a los que vendían palomas les dijo:

-- Quitad esto de aquí: no convirtáis en un mercado la casa de mi Padre.

Sus discípulos se acordaron de lo que está escrito: "el celo de tu casa me devora".

Entonces intervinieron los judíos y le preguntaron:

-- ¿Qué signos nos muestras para obrar así?

Jesús contestó:

-- Destruid este templo, y en tres días lo levantaré.

Los judíos replicaron:

-- Cuarenta y seis años ha costado construir este templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?

Pero él hablaba del templo de su cuerpo. Y cuando resucitó de entre los muertos, los discípulos se acordaron de lo que había dicho, y dieron fe a la Escritura y a la Palabra que había dicho Jesús. Mientras estaba en Jerusalén por las fiestas de Pascua, muchos creyeron en su nombre, viendo los signos que hacía, pero Jesús no se confiaba con ellos, porque los conocía a todos y no necesitaba el testimonio de nadie sobre un hombre, porque él sabía lo que hay dentro de cada hombre.

 

Me imagino a Jesús entrando en el templo. Lo que vio debió degustarle profundamente y tuvo una reacción instintiva. Me parece que es la única vez que los Evangelios nos dicen que Jesús reaccionó violentamente.

‘Pero él hablaba del templo de su cuerpo.’

A partir de ese hecho, Jesús va a revelarse como el templo. Sus hermanos, los judíos, adoraban a Dios en el templo que había sido reconstruido. Representaba la presencia de Dios. Era ahí donde se podía encontrar a Dios porque era su residencia. Jesús cambia radicalmente la concepción de Dios. El verdadero templo es su propio cuerpo. Dios vive en él y él en Dios.

A partir de ahí veo dos enseñanzas para nuestra vida. La primera, a veces nos preguntamos ¿dónde puedo encontrar a Dios? En Jesús. Es él el verdadero templo. Para ello es suficiente, en un primer momento, mirarlo, escucharlo. En lo que ha hecho y dicho vemos a Dios. Así de sencillo. Eso sí, es necesario confiar en él, en su Palabra. Más estaremos con él, más descubriremos el rostro de Dios.

La segunda. Jesús no se reserva las cosas para él. Las comparte. ‘Mi alegría es vuestra alegría’; ‘a vosotros os he llamado amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer.’ Nosotros también somos el templo de Dios. Lo que es él, lo somos también nosotros. Es una idea que me hace feliz, saber que Dios está en mí, en mi corazón, en lo más profundo del misterio de mi vida, allí donde siento que estoy en las manos de ese Alguien que no soy yo. Esta presencia divina que va mucho más allá de lo que puedo comprender me ayuda a sentirme acompañado. ¡No estoy solo!

¿Hay algún secretillo para darse cuenta de ello? Personalmente me ayuda el fijarme en la respiración y permanecer ahí. A la base de la respiración se va descubriendo la presencia de ese Alguien que nos ha dado el don de la vida. Progresivamente se establece una cierta familiaridad, ese Alguien cercano, íntimo, se convierte en el confidente personal. A un cierto momento, uno se da cuenta que está enganchado, no puedo vivir sin Él.

Fijarse en la respiración: al levantarse, en el ajetreo diario, antes de encontrar una persona, en el tiempo ‘perdido’, delante de una preocupación, de un problema que nos da cierto dolor en la cabeza, de un momento gozoso, para conciliar el sueño… A veces, durante la noche, cuando me despierto y quiero recuperar el sueño me fijo en la respiración y digo: ‘Dios mío’ o ‘Señor mío’. Es curioso, en segundos el sueño me ha tomado. Cuando me levanto por la mañana después de haberme confiado al Señor a través de la respiración antes de dormir, la jornada la comienzo de una manera alegre, esperanzadora, confiada. A veces, durante la jornada, estoy ocupado haciendo esto o lo otro, fijarme en la respiración me da paz, sosiego, alegría. De vez en cuando hay también algunos problemas con quebraderos de cabeza, pienso en el Señor a través de la respiración, el problema sigue ahí, pero lo afronto confiadamente.

Ser templo, morada de Dios. ¡Qué gran dignidad!

Un cuentecillo de Thony de Mello:

 

BUSCAR EN LUGAR EQUIVOCADO

Un vecino encontró a Nasruddin cuando éste andaba buscando algo de rodillas.

« ¿Qué andas buscando, Mullab?».

«Mi llave. La he perdido».

Y arrodillados los dos, se pusieron a buscar la llave perdida. Al cabo de un rato dijo el vecino: «¿Dónde la perdiste?». «En casa».

« ¡Santo Dios! Y entonces, ¿por qué la buscas aquí?».

«Porque aquí hay más luz».

¿De qué vale buscar a Dios en lugares santos si donde lo has perdido ha sido en tu corazón?

 

Fraternalmente. Fernando

 

jueves, 8 de marzo de 2012

El cielo sobre la tierra

AL HILO DEL EVANGELIO (34)

Mc 9,2-10

En aquel tiempo, Jesús se llevó a Pedro, a Santiago y a Juan, subió con ellos solos a una montaña alta, y se transfiguró delante de ellos. Sus vestidos se volvieron de un blanco deslumbrador, como no puede dejarlos ningún batanero del mundo.

Se les apreció Elías y Moisés conversando con Jesús. Entonces Pedro tomó la palabra y le dijo a Jesús:

-- Maestro. ¡Qué bien se está aquí! Vamos a hacer tres chozas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.

Estaban asustados y no sabía lo que decía. Se formó una nube que los cubrió y salió una voz de la nube:

-- Este es mi Hijo amado; escuchadlo.

De pronto, al mirar alrededor, no vieron a nadie más que a Jesús, solo con ellos. Cuando bajaban de la montaña, Jesús los mandó:

-- No contéis a nadie lo que habéis visto hasta que el Hijo del Hombre resucite de entre los muertos.

Esto se les quedó grabado y discutían que querría decir aquello de resucitar de entre los muertos.

 

Es Jesús mismo que acompaña a tres de sus discípulos a una montaña. Allí va a tener lugar un hecho extraordinario: el cielo sobre la tierra. Son esos momentos de la vida donde el Señor nos ha hecho gustar por pura gracia suya la realidad celeste. Han sido tan importantes y determinantes en nuestras vidas que se nos han quedado grabados, no se borrarán.

En la tierra gustando el cielo. Nada se puede comparar a esta realidad ‘deslumbrante’. Vivir y gustar de un modo intenso la presencia de Dios. Han podido ser momentos particulares, o bien períodos algo más largos. En todo caso, en general son experiencias gratuitas, nos han pillado por sorpresa, sin esperarlo. Es la gratuidad de Dios. ¿Por qué a mí? No encuentro respuesta. ¿Y por qué Jesús tomó sólo a tres de sus discípulos? ¿Y los otros nueve? Dejo la respuesta a Dios mismo. Lo único que se es que es una experiencia de gracia. No hice nada para ser testigo de ella. Y, sin embargo, el Señor me la regaló.

En la vida, no hay muchas experiencias de estas. Si miro mi propia vida, puedo reconocer dos, tres. Y paro de contar. Eso sí, experiencias determinantes que explican lo que soy hoy. En esos momentos, todo se ve claro, no hay dificultades que puedan pararte. Se despierta en el corazón un gran deseo de estar con Jesús, de vivir con Él, de ir hasta ‘los confines de la tierra’. ¿Con qué seguridad? La que Él da en ese momento, es decir, la confianza. Son los momentos donde se hacen las grandes opciones de la vida, uno se olvida de sí mismo y se lanza al ‘vacío’. ¿Qué voy a encontrar mañana? Y el mañana, ¿no pertenece a Dios? Adelante. La única seguridad, Dios. Son momentos extraordinariamente bellos. Uno quisiera permanecer ahí, pero…

… De nuevo en la tierra, en la lucha cotidiana, con las dudas e inseguridades, los miedos, los cálculos, la pregunta sobre el mañana, las tentaciones, las caídas, los malhumores, las contradicciones… En medio de todo ello, una luz en el camino: Jesús, su Palabra. Y una actitud básica y fundamental: la confianza en Él. Juntos con Él vamos recorriendo el camino de la vida, descubriendo la grandeza de ser hijos de Dios. ¡Qué don!

Fraternalmente.

Fernando

 

 

miércoles, 7 de marzo de 2012

Parole de Dieu

Participo semanalmente en un grupo de vida cristiana. Se llama 'Parole de Dieu' (Palabra de Dios). En Agosto tuve la ocasión de hacer un retiro de cinco días organizado por ellos. Fue una experiencia interesante. Desde entonces, cada martes por la tarde, siempre que puedo, ahí estoy compartiendo con ellos el eco de la Palabra de Dios de la semana.
Es un compartir muy enriquecedor. El grupo está compuesto de unas cuarenta personas. Es bastante variado, hay adultos, jóvenes y adolescentes.
El martes pasado, Jean, padre de familia, compartió brevemente su recorrido con el Señor. "Hoy día puedo decir que el Señor ha sembrado en mi corazón el deseo de amarlo. Cada día que se presenta es una ocasión única para mostrarle que yo le amo." Y prosiguió," me he dado cuenta que la mejor manera de mostrarle mi amor es tomando en serio la Palabra de Dios que Él me ofrece cada día. Intento llevar a la práctica el compromiso que nos damos cotidianamente en relación a la Palabra del día."
Y después de una breve pausa, concluye diciendo, "estoy viendo que cuanto más me esfuerzo por vivirla, más amo al Señor. Y esto me llena de alegría."
El movimiento 'Parole de Dieu', creado por un grupo de laicos cameruneses hace 15 años y hoy día extendido no sólo a lo largo y ancho del Camerún, sino también en una decena de países de Africa, Europa, América y Asia, propone, como pedagogía en el camino espiritual, la Palabra de Dios del día y añade un ejercicio práctico para concretizarla. He aquí algunos de los ejercicios propuestos:
-          Hacer un esfuerzo para no dejarse guiar por la ira no importa las circunstancias que se presenten.
-          Combatir una mala costumbre y escuchar al Señor leyendo con atención su Palabra.
-          No juzgar a nadie, incluso si no llegas a comprender su comportamiento.
-          Hacer un esfuerzo por se humilde en todas las acciones de hoy.
-          Visitar un pobre o alguien que se encuentre en la necesidad.
-          Ofrecer un gesto de perdón hacia una persona con la que tienes problemas o que se ha portado mal contigo.
El Reino de Dios va avanzando en la cotidianidad de nuestra vida.
Fraternalmente.
Fernando

domingo, 4 de marzo de 2012

Buscando a Dios

En el día de la Transfiguración.
Fraternalmente. Fernando