lunes, 31 de octubre de 2011

Decir y hacer

AL HILO DEL EVANGELIO (26)

"Que nuestro Señor Jesús-Cristo sea conocido y amado por todos" (G.M.Conforti)

 

Mt 23,1-12

‘En aquel tiempo, Jesús habló a la gente y a sus discípulos, diciendo:

 

-- En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos: haced y cumplid lo que os digan; pero no hagáis lo que ellos hacen, porque ellos no hacen lo que dicen. Ellos lían fardos pesados e insoportables y se los cargan a la gente en los hombros, pero ellos no están dispuestos a mover un dedo para empujar. Todo lo que hacen es para que los vea la gente: alargan las filacterias y ensanchan las franjas del manto; les gustan los primeros puestos en los banquetes y los asientos de honor en las sinagogas; que les hagan reverencias por la calle y que la gente los llame maestros. Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar maestro, porque uno solo es vuestro maestro, y todos vosotros sois hermanos. Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre, el del cielo. No os dejéis llamar consejeros, porque uno solo es vuestro consejero, Cristo. El primero entre vosotros será vuestro servidor. El que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.’

Escuchando este pasaje, me viene a la mente lo que Jesús dijo a los que querían lapidar a la mujer adúltera: ‘el que esté libre de pecado, que tire la primera piedra’. El texto nos dice que uno después del otro, todos se marcharon, comenzando por los más ancianos.

Decir y no hacer. ¡Qué fácil es caer en la trampa! ¿Quién puede decir que no ha sido incoherente en la vida? Creo que lo que realmente importa es darse cuenta de esta incoherencia, pues en el momento en el que uno se da cuenta, se puede luchar contra ella. Lo peor es pensar que es cuestión ajena. Eso sí que sería una gran hipocresía.

Personalmente, me siento bastante interpelado. Jesús habla de los escribas y fariseos, es decir, de los responsables de la comunidad. Y el mensaje va dirigido a sus discípulos y a la gente. Es, por consiguiente, una enseñanza importante para los suyos. Eso que los otros hacen, es una tentación muy fuerte para quien lo sigue.

A veces me he dicho, para no ser incoherente, es mejor no hablar. O bien, decir aquello en lo que uno se siente más o menos coherente. Creo que el tema puede situarse a dos niveles. El primero, todos somos discípulos. Aquí no hay quien está arriba y quien está abajo. Escuchando al Señor, su Palabra nos ha cautivado de tal manera, que sentimos el deseo irresistible de hacerla carne en nuestra carne. Y ahí estamos, día tras día, con nuestras grandezas y miserias, con nuestros altibajos, queriendo vivir esta buena noticia: ¡todos somos hermanos!

El segundo, los diferentes ministerios o servicios que hay en la Iglesia son para ayudar a crecer en la fraternidad. Estos ministerios son vividos por personas de carne y hueso, como todo ser humano. Es lógico que haya incoherencias, debilidades, porque eso forma parte de lo que somos. Lo importante es no quedarse ahí, sino con la gracia de Dios ir creciendo en el camino del Señor.

‘Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre, el del cielo.’

La realidad es que cotidianamente me llaman ‘padre’. Al inicio lo llevaba mal. Intenté decir por aquí y por allá que lo mejor es que me llamasen por mi nombre. Pero ponían cara de sorpresa, y seguían llamándome ‘padre’. Así que terminé adaptándome, aunque no era especialmente de mi agrado. Eso hasta que un día me encontré con las palabras de san Pablo, que dice: ‘Os escribo no con la intención de avergonzaros, sino para enseñaros como mis hijos a quien amo. Porque aunque si tuvieseis diez mil guías en vuestra vida con Cristo, no podéis tener más que un solo padre: de hecho en lo que se refiere a vuestra vida con Jesucristo, soy yo quien me he convertido en vuestro padre cuando os he traído la Buena Noticia.’ (1 Cor 4,14-15). Es la paternidad espiritual a la que estamos llamados día tras día.

Desde que descubrí esta realidad, puedo decir que siento mucha alegría cuando me llaman ‘padre’. Percibo mucho cariño en ello. Además de ser una gran responsabilidad. En palabras del profeta Malaquías: ‘Sí, el rol del sacerdote es de enseñar a los hombres a conocer Dios’ (Mal 2,7). A conocerlo y a amarlo desde el servicio, la humildad y con mucha alegría.

¡Que el Señor nos conserve siempre en su gracia!

Un abrazo. Fraternalmente.

Fernando García

 

 

martes, 25 de octubre de 2011

El reino de Dios

AL HILO DEL EVANGELIO (25)
 
"Que nuestro Señor Jesús-Cristo sea conocido y amado por todos" (G.M.Conforti)
 
Lc 13,18-21 (Mt 13,31-33)
'En aquel tiempo, Jesús les dijo:  
-- El reino de Dios se parece a un grano de mostaza que uno siembra en su huerta; aunque es la más pequeña de las semillas, cuando crece es más alta que las hortalizas; se hace un arbusto más alto que las hortalizas, y vienen los pájaros a anidar en sus ramas.
Les dijo otra parábola:
-- El reino de Dios se parece a la levadura; una mujer la amasa con tres medidas de harina, y basta para que todo fermente.'
 
El reino de Dios comienza con pequeños gestos de la vida cotidiana: una sonrisa, un saludo, un servicio, una acción gratuita, una palabra de agradecimiento, de ánimo, un tiempo de silencio, un diálogo sincero, un gesto de perdón, apreciar positivamente la acción del otro, lágrimas de empatía, olvidar el mal recibido…
Gestos cotidianos, al alcance de todos. Acciones que hacen crecer, progresar el reino de Dios, que crean un clima de alegría. Es ahí donde se respira la presencia de Dios
Pero eso sí, ¡hay que creer en la fuerza extraordinaria de estos gestos!
Un abrazo. Fernando


 
 


 
 
 


domingo, 23 de octubre de 2011

Guido Maria Conforti

En el día de la canonización, con cariño y emoción.

Fernando

 

miércoles, 19 de octubre de 2011

La comunidad en camino

'Que nuestro Señor Jesucristo sea conocido y amado de todos' (G.M.Conforti)
La comunidad está al completo. Este año somos diecinueve, de los cuales quince jóvenes estudiantes y cuatro javerianos. Después de tres meses esparcidos por aquí y por allá nos hemos vuelto a encontrar. Ulrich y Arnaud han comenzado el Noviciado en Kinshasa. Gabriel ha integrado el Seminario de su Diócesis. Para los jóvenes en formación, ha sido un período vivido en familia. También este año, las experiencias de trabajo han sido diferentes: trabajo en granjas de gallinas, en el servicio de limpieza de la ciudad, como albañiles y peones, uno de ellos como fontanero, otro cortando madera, otro en la pintura de casas, en una empresa de fabricación de bolígrafos y cuadernos, en un cibercafé, en una tienda de venta de aparatos electrónicos. Allí donde han podido encontrar trabajo. Herman ha aprovechado para sacarse el carnet de conducir.
La primera quincena de Septiembre, todos ellos, a la excepción de François, chadiano, han estado en una leprosería, en la periferia de Douala (es la única que queda en Camerún). Han sido días vividos con mucha intensidad, en comunidad fraterna, acompañando y sirviendo a los enfermos de lepra y de otras enfermedades.
El nuevo curso lo hemos iniciado con un retiro espiritual de cuatro días. El tema ha versado sobre la santidad como camino a recorrer. Hemos aprovechado la próxima canonización de nuestro fundador, G.M. Conforti (1865-1931) para dejarnos conducir por el camino que él mismo recorrió. Sus palabras han sembrado la alegría en nuestros corazones: la santidad está a nuestro alcance. En el fondo, detrás de esta palabra se esconde el secreto de una vida entregada a Dios, al servicio de su Reino, vivida con toda simplicidad y sencillez. Varias veces durante estos días hemos escuchado las palabras siguientes: 'vivir extraordinariamente nuestra vida cotidiana.' De eso se trata, una vida normal, corriente, pero vivida con una gran intensidad, haciendo de cada momento un acontecimiento único y extraordinario.
La pregunta que nos hacemos es si podemos recorrer este camino así sencillamente; si los ajetreos de la vida nos lo permitirán. Personalmente hago confianza a las palabras de Jesús, que ha dicho a sus discípulos: 'sed santos como vuestro Padre que está en los cielos es santo' (Mt 5,48). Hacer confianza a Jesús y vivir la vida confiando en Él. Y ahí está el Espíritu (la respiración, el aliento) de Dios que nos va conduciendo progresivamente hacia Él.
En la comunidad hay dos grupos. El que frecuenta el ciclo de estudios filosóficos, durante tres años, en el Seminario Interdiocesano, son doce, y los recién llegados que son tres. Entre los que ya somos javerianos está Pierre que se ha incorporado en Septiembre. Ha recibido la ordenación sacerdotal en Julio y ha sido destinado a nuestra comunidad para colaborar en el trabajo de la animación misionera y vocacional de esta Iglesia local de Bafoussam. Adriano, que lleva bastante tiempo aquí, gestiona un proyecto de educación e inserción en la sociedad de adolescentes y jóvenes en dificultad. Oliviero y yo seguimos de cerca el camino formativo de esta comunidad.
Estos días que preceden la canonización de Mgr Conforti los estamos aprovechando para animar las comunidades cristianas de Bafoussam. Ayer fue un encuentro de formación misionera con los miembros de la coordinación pastoral de las parroquias; hoy está previsto un encuentro con los niños y adolescentes; el sábado, con los jóvenes; el Domingo, la celebración de la Eucaristía en la Parroquia St Jean Baptiste, donde hay otra comunidad javeriana.
Fraternalmente. Un abrazo. Fernando
 

martes, 11 de octubre de 2011

El banquete está preparado

AL HILO DEL EVANGELIO (24)

Mt 22,1-14

‘En aquel tiempo, de nuevo tomó Jesús la palabra y habló en parábolas a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo:

--El reino de los cielos se parece a un rey que celebraba la boda de su hijo. Mandó criados para que avisaran a los convidados a la boda, pero no quisieron ir. Volvió a mandar criados, encargándoles que les dijeran: "Tengo preparado el banquete, he matado terneros y reses cebadas, y todo está a punto. Venid a la boda". Los convidados no hicieron caso; uno se marchó a sus tierras, otro a sus negocios; los demás les echaron mano a los criados y los maltrataron hasta matarlos. El rey montó en cólera, envió sus tropas, que acabaron con aquellos asesinos y prendieron fuego a la ciudad. Luego dijo a sus criados: "La boda está preparada, pero los convidados no se la merecían. Id ahora a los cruces de los caminos, y a todos los que encontréis, convidadlos a la boda." Los criados salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos. La sala del banquete se llenó de comensales. Cuando el rey entró a saludar a los comensales, reparó en uno que no llevaba traje de fiesta y le dijo: "Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin vestirte de fiesta?" El otro no abrió la boca. Entonces el rey dijo a los camareros: "Atadlo de pies y manos y arrojadlo fuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y el rechinar de dientes." Porque muchos son los llamados y pocos los escogidos.’

 

Me imagino la alegría de unos padres de familia que han preparado desde hace tiempo y con todo detalle la boda del hijo. Todo está listo. Es el momento de enviar las invitaciones. Pero he aquí que los invitados no aceptan, se desinteresan, no les viene a cuento la alegría de esta familia. ¡Qué gran decepción!

Y pensar que algo así ha vivido (y continúa a vivir) nuestro Dios: prepara el banquete, invita, vuelve a invitar, invita de nuevo y nada. ¡No les interesa!

Los primeros, simplemente no quisieron ir. Los segundos, no hicieron caso. Estaban concentrados en sus ocupaciones, en sus centros de interés. Lo de Dios no iba con ellos.

La parábola nos dice que ‘los convidados no se lo merecían’.

Este ‘no se lo merecían’ me hace pensar en quien se toma la vida a la ligera, sin demasiado reflexionar, dejándose llevar por lo inmediato. Está tan centrado en sí mismo que no llega a darse cuenta del valor de la invitación. Es la ceguera evangélica.

En ese momento, si los más cercanos no eran dignos de aceptar, la invitación se abre a los lejanos, a los desconocidos, a los que pasan por los cruces de los caminos, malos y buenos. Y ‘la sala del banquete se llenó de comensales’. ¿Será que los que nunca oyeron la Buena Noticia de Dios están más abiertos y disponibles a acogerla que los que han nacido y crecido en ella? ¿Será que el hecho de estar acostumbrados a ella impide sentir la alegría de Dios? ¿Será que Dios ha dejado de ser atractivo? ¿Será que…?

Entre los invitados había uno que no llevaba el traje de fiesta. No se había preparado. Entró al banquete sin vestirse de fiesta. Parece una contradicción. Se ha invitado a todo el mundo, buenos y malos. Y ahora hay uno que desencaja. Pero qué más da, ir  con el traje o sin el traje. No es esa la cuestión. El problema es de estar ahí pero con la cabeza en otro sitio. Y ese no es el estilo de Dios.

Un abrazo. Fraternalmente.

Fernando García

 

martes, 4 de octubre de 2011

Dar fruto

AL HILO DEL EVANGELIO (23)

Mt 21,33-43

‘En aquel tiempo, dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo:

-- Escuchad otra parábola: Había un propietario que plantó una viña, la rodeó con una cerca, cavó en ella un lagar, construyó la casa del guarda, la arrendó a unos labradores y se marchó de viaje. Llegado el tiempo de la vendimia, envió sus criados a los labradores, para percibir los frutos que le correspondían. Pero los labradores, agarrando a los criados, apalearon a uno, mataron a otro, y a otro lo apedrearon. Envió de nuevo otros criados, más que la primera vez, e hicieron con ellos lo mismo. Por último les mandó a su hijo, diciéndose: "Tendrán respeto a mi hijo." Pero los labradores, al ver al hijo, se dijeron: "Éste es el heredero: venid, lo matamos y nos quedamos con su herencia." Y, agarrándolo, lo empujaron fuera de la viña y lo mataron. Y ahora, cuando vuelva el dueño de la viña, ¿qué hará con aquellos labradores?

Le contestaron:

-- Hará morir de mala muerte a esos malvados y arrendará la viña a otros labradores, que le entreguen los frutos a sus tiempos.»

Y Jesús les dice:

-- ¿No habéis leído nunca en la Escritura?: "La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente" Por eso os digo que se os quitará a vosotros el reino de Dios y se dará a un pueblo que produzca sus frutos.’

Jesús enseña a sus discípulos los ‘entresijos’ del Reino de Dios, y no sólo a ellos, sino a todo aquel que quiere escucharlo. Lo hace a menudo a través de parábolas.

Escuchando y reflexionando en la de hoy, hay dos sentimientos que surgen en mi corazón. El primero es el misterio. Sí, es algo que va más allá de lo que yo puedo comprender. Pensar que este mundo, utilizando la imagen de la viña, Dios, nuestro Padre, lo ha puesto en nuestras manos. Creo en ello, pero, al mismo tiempo, me pregunto cómo puede ser posible. Y, sin embargo, nuestra confianza en el Señor nos dice que es así.

El segundo es pensar en mí mismo. Así como soy, bastante miserable. Como dice la Biblia: ‘mira, Señor, que yo no soy mejor que los otros’. Los años van pasando y veo que las debilidades están ahí, y parece que se robustecen con el paso del tiempo. ¿Cómo es posible que el Señor deje la responsabilidad de su obra creadora también en mis manos? Y, sin embargo, es así.

En esta responsabilidad hay un poco de temblor, porque la responsabilidad es grande: colaborar según mis posibilidades y capacidades en construir una sociedad más humana, más alegre, más solidaria, más fraterna, más generosa… Al mismo tiempo, en mi corazón hay alegría, que se manifiesta en la serenidad, en la confianza, sentirme en las manos de Dios, querido y amado por Él.

‘Se os quitará a vosotros el reino de Dios y se dará a un pueblo que produzca sus frutos.’ Dios nos ha creado para que demos fruto. Me viene a la mente el ejemplo de la semilla, no importa cuál de ellas. Pequeñas, tienen en el interior todo lo que necesitan para germinar, crecer y dar cien veces más. Dándonos la vida, el Señor ha sembrado en nuestro corazón todo lo que necesitamos para dar fruto y fruto en abundancia: los frutos de la vida eterna. El secreto, creer en ello.

Un abrazo. Fraternalmente.

Fernando García