lunes, 5 de diciembre de 2011

Preparar el camino del Señor

AL HILO DEL EVANGELIO (29)

 

"Que nuestro Señor Jesús-Cristo sea conocido y amado por todos" (G.M.Conforti)

Mc 1, 1-8

‘Comienza la Buena Noticia de Jesucristo, Hijo de Dios.

Tal como está escrito en la profecía de Isaías: Mira, envío por delante a mi mensajero para que te prepare el camino. Una voz clama en el desierto: Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos.

Así se presentó Juan en el desierto, bautizando y predicando un bautismo de arrepentimiento para el perdón de los pecados.

Toda la población de Judea y de Jerusalén acudía a él, y se hacía bautizar por él en el río Jordán, confesando sus pecados. Juan llevaba un manto hecho de pelos de camello, con un cinturón de cuero en la cintura, y comía saltamontes y miel silvestre. Y predicaba así:

-   Detrás de mí viene uno con más autoridad que yo, y yo no soy digno de  agacharme para soltarle la correa de sus sandalias. Yo os bautizo con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo.’

Este tiempo del Adviento mucho se juega con la frase ‘preparad el camino del Señor, allanad sus senderos.’ Se trata simplemente de eso, de preparar el camino del Señor, de facilitar su llegada.

Cuando esperamos a alguien, nos preparamos para recibirlo bien. Para la llegada de Jesús, la Buena Noticia por excelencia, debe ser algo parecido. ¿En qué consiste esta preparación? Me parece que se puede resumir en una sola cosa: hablar el mismo lenguaje. Si quiero comprender a una persona que habla una lengua distinta a la mía, debo aprender su lengua y manejarla con una cierta seguridad. Algo parecido pasa con Dios.

Hablar el mismo lenguaje de Dios: la verdad, la sinceridad, la fuerza interior, la humildad, el perdón…Si en mi vida no hay la sinceridad, o la verdad, o la humildad, o el perdón, o la fuerza interior, ¿cómo podré acoger la Buena Noticia de Dios, que es todo eso y más?

Juan predicaba ‘un bautismo de arrepentimiento para el perdón de los pecados.’ Esta preparación no puede hacerse sin un sincero reconocimiento del estado de nuestra salud espiritual. Abrir los ojos y darse cuenta de las constantes que guían nuestra vida. Para ello, es necesaria la humildad, que es la madre de la verdad. Juan reconoce que detrás de él viene uno que es más grande que él.

Sin esta preparación, hecha con esmero y atención, la Navidad se quedará en algo exterior, no llegará a ser una Buena Noticia para mí, aquí y ahora.

¡Feliz tiempo del Adviento!

Fraternalmente. Fernando

 

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