AL HILO DEL EVANGELIO (22)
Mt 20,1-16
'En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola:
-- El Reino de los Cielos se parece a un propietario que al amanecer salió a contratar jornaleros para su viña. Después de ajustarse con ellos en un denario por jornada, los mandó a la viña. Salió otra vez a media mañana, vio a otros que estaban en la plaza sin trabajo, y les dijo: "Id también vosotros a mi viña, y os pagaré lo debido." Ellos fueron. Salió de nuevo hacia mediodía y a media tarde e hizo lo mismo. Salió al caer la tarde y encontró a otros, parados, y les dijo: "¿Cómo es que estáis aquí el día entero sin trabajar?" Le respondieron: "Nadie nos ha contratado." Él les dijo: "Id también vosotros a mi viña."
Cuando oscureció, el dueño de la viña dijo al capataz: "Llama a los jornaleros y págales el jornal, empezando por los últimos y acabando por los primeros." Vinieron los del atardecer y recibieron un denario cada uno. Cuando llegaron los primeros, pensaban que recibirían más, pero ellos también recibieron un denario cada uno. Entonces se pusieron a protestar contra el amo: "Estos últimos han trabajado sólo una hora, y los has tratado igual que a nosotros, que hemos aguantado el peso del día y el bochorno." Él replicó a uno de ellos: "Amigo, no te hago ninguna injusticia. ¿No nos ajustamos en un denario? Toma lo tuyo y vete. Quiero darle a este último igual que a ti. ¿Es que no tengo libertad para hacer lo que quiera en mis asuntos? ¿O vas a tener tú envidia porque yo soy bueno?" Así, los últimos serán los primeros y los primeros los últimos.'
La primera idea que surge en mí escuchando esta parábola es la siguiente: Dios es bueno. Su bondad es otra cosa. No se puede comparar con nuestra manera de reaccionar. Dios va más allá de lo que pensamos e imaginamos. Y, al mismo tiempo, Él nos invita a acercarnos a su manera de ser y de proceder. Y no sólo acercarnos, sino llegar a ser como Él. ¡Qué alegría para Dios!
El Reino de los Cielos es Dios. Cuando Jesús comienza a predicar, las primeras palabras que dice son: 'El tiempo se ha cumplido. El Reino de Dios está cerca. Convertíos y creed en el Evangelio, en la Buena Noticia'. Es necesaria la conversión para comprender el modo de ser de Dios. Si nos quedamos a nuestro nivel, con nuestra manera de pensar de aquí, no iremos muy lejos en las cosas de Dios. Hay que alzar la mirada hacia lo Alto y situarse en ese nivel.
Los jornaleros que estaban trabajando desde la mañana temprano no podían comprender que los que llegaron al atardecer recibieran lo mismo que ellos. Se enfadan contra el amo. Y nosotros le habríamos dado la razón. Es la manera de pensar de 'aquí'. Dios, por el contrario, se sitúa a otro nivel. Es el nivel de la gracia, de la gratuidad. Él da generosamente sin preguntar quien es el que lo recibe. Esta es la bondad de Dios.
¿Podemos hacer como Dios?, ¿reaccionar como Él?, ¿pensar como Él?, ¿ser buenos como Él? ¡Claro que sí! Creo que a la base está la experiencia que tenemos de Él. Dios me acoge y me ama como soy, con mis debilidades, mis meteduras de pata, mis celos, mis envidias, mis falsedades, mis egocentrismos, mis injusticias, mis dobleces… así como soy. Cuando me siento amado por Dios 'así como soy', es entonces que empiezo a comprender la manera de ser de Dios, el Reino de los Cielos.
'¿O vas a tener tú envidia porque yo soy bueno?' Dios es bueno. Es todo.
Hay otro elemento importante en esta parábola: los obreros del atardecer. "¿Cómo es que estáis aquí el día entero sin trabajar?" Le respondieron: "Nadie nos ha contratado." Él les dijo: "Id también vosotros a mi viña." Nadie nos ha contratado. Pienso en todas las personas que esperan que alguien les invite a trabajar en la viña del Señor, a vivir de una manera más humana, sinónimo de divina. ¿Y quién los va a invitar sino la persona que lo ha experimentado?
Un abrazo. Fraternalmente.
Fernando García
No hay comentarios:
Publicar un comentario