AL HILO DEL EVANGELIO (9)
Jn 11,1-45
Estamos en Betania, a media hora de camino de Jerusalén. Jesús tiene algo bonito que decirnos antes de entrar en
Esta enfermedad no acabará en la muerte, sino que servirá para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella.
A partir de un acontecimiento corriente, la enfermedad y muerte de un amigo, Lázaro, Jesús anuncia a sus discípulos una Buena Noticia.
Apenas oye que Jesús está cerca, Marta va a su encuentro. En el diálogo que sigue, Jesús le dice:
Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre. ¿Crees esto?
Es esta
Algo de eso le estaba ocurriendo a Marta, ya que no es casual que Jesús le insista por una segunda vez: ¿No te he dicho que si crees verás la gloria de Dios?
¿Crees esto?. Es una invitación obligatoria a la personalización de la fe. Ahí está el núcleo: la vida es más fuerte que la muerte, el sepulcro se abrió. Es una cuestión de fe -se cree o no se cree-, que abre al misterio de la vida eterna. Este es el primer paso. Hay un segundo.
El que está vivo y cree en mí. Creer en la vida eterna que Jesús nos trae comporta traducirlo en la vida cotidiana. Esta frase se puede traducir de esta otra manera: el que vive en mí no morirá para siempre. Es la coherencia en la vida. La vida eterna que Dios me ofrece ejerce sobre mí una tal fascinación que no puedo vivir de otra manera. Esta vida eterna se visualiza en el día a día. Un ejemplo, el amor a la verdad forma parte de este nuevo estilo. En mi vida diaria no puedo negarla, infravalorarla o dejarla de lado. Sería una contradicción.
Padre, te doy gracias porque me has escuchado; yo sé que tú me escuchas siempre; pero lo digo por la gente que me rodea, para que crean que tú me has enviado.
La relación que Jesús entretiene con el Padre:
¡Feliz semana!
Un abrazo. Fraternalmente.
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