4 Octubre 2009
Estos días estoy viviendo emociones muy bonitas. Esta mañana, yendo de camino a Lew Mbassa desde Domo, hemos tenido que tomar el único camino practicable, y con todo hemos caminado en el agua durante varios kilómetros. Pasando un poblado escondido en el fondo de la sabana entre mijo y arrozales, en una casa a las afueras he oído la voz de una mujer que me llamaba y me saludaba con mucha alegría. Quería saber cómo he hecho el viaje de regreso y cómo está mi familia.
Después de saludarla y tomando de nuevo el camino, me ha invadido una gran alegría. Y me he dicho, en un rinconcito de esta sabana, hay personas que manifiestan el amor del Señor hacia quien es enviado a anunciar su Palabra.
Y con esta alegría en el fondo de mi corazón he celebrado
Cuando al final de
De vuelta a casa, tomando el camino de Gaya, y pensando que sería más practicable, hemos encontrado bastante más agua que a la ida. Y llegando a Gaya, la tormenta que nos ha sorprendido. Eso sí, basta un sencillo refugio para protegerse. Las puertas están siempre abiertas en caso de necesidad.
Al llegar a casa, viendo a Antonio que estaba esperándonos, he dado gracias al Señor de la fraternidad cristiana.
Ayer sábado, otra emoción muy bonita. Jérémie vino a saludarme. Entre una cosa y otra me agradece el tiempo que he pasado aquí con ellos. Y dice, estamos contentos contigo porque no has ahorrado esfuerzo para anunciarnos el Evangelio, y nos has enseñado muchas cosas de
No se porqué, pero la verdad es que no esperaba estas reacciones. Ahora que las estoy escuchando, doy muchas gracias al Señor de ser su instrumento para que otras personas puedan gozar de
Un abrazo. Fernando García Rodríguez
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