"Tener temor de Dios significa sentirse afectado por Dios. Yo hago que
las cosas de Dios me afecten. Estoy sensibilizado para las cosas que
Dios me ha dado, las trato con cuidado y respeto.
Santa Hildegarda de Bingen pintó el temor de Dios en forma de una
mujer que en todo su cuerpo no tenía más que ojos. Era la mujer
cuidadosa que, con todo su cuerpo, atiende a las cosas que la rodean,
que ve a Dios en todo y que hace que en todo sea Dios quien la mueva y
afecte [...].
El temor de Dios libra de la angustia humana [...], me libra de la
actitud morbosa de estar pensando siempre en mí mismo, de la angustia
que siento por mí y por mi éxito. El que teme a Dios llega a estar
libre de la angustia ante el posible fallo, ante el posible fracaso,
ante la posible crítica. El temor de Dios me libera para que yo, libre
de mí mismo, vea los hombres y las cosas desde el punto de vista de
Dios."
(Anselm Grun)
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